La infraestructura bajo demanda permite a la empresa acceder a la tecnología a través de la red, en un modelo de pago por consumo, del mismo modo que se hace con la luz, el agua, el gas o el teléfono. Los entornos bajo demanda se caracterizan también por cuatro aspectos: se trata de un modelo integrado (conecta a una empresa con sus socios, proveedores y clientes); abierto (mediante la utilización de estándares); virtual (el usuario desconoce la ubicación geográfica donde se encuentran los recursos en red que está utilizando); y autónomo (la tecnología se gestiona por sí misma).
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